Pablo Boneu nació en 1969 en la Ciudad de Córdoba, Argentina.

Su actividad artística es heterogénea y, aunque su formación es autodidacta, durante algún tiempo cursó estudios de astronomía y de cine en la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina.

Desde principios de los 90′ ha realizado numerosas producciones no convencionales ligadas a la fotografía, el diseño y el video; generando también textos de ficción y numerosas acciones de arte público.

Esta variedad de propuestas no significa que su trabajo carezca de una línea estilística clara. Más allá de su manifestación formal, hay un elemento común que los vincula, una línea de fuerza que recorre toda su producción como un vector oculto, como una identidad que no termina de reconocerse a sí misma y es la idea de procedimiento: más que filmar, fotografiar, dibujar o escribir, Boneu inventa estructuras; una clase muy particular de estructuras, que son a la vez cerradas y abiertas. Cerradas porque tienen una coherencia interna rigurosa y abiertas porque pueden proliferar indefinidamente. De esta manera, en su obra se conjugan dos impulsos críticos: por un lado, el de producción como repetición serial de un mismo objeto y, por el otro, la idea tradicional de obra de arte como fetiche artesanal. La tensión así originada por esa doble crítica es visible en todas sus producciones, y configura lo que podría llamarse, más que un estilo, un mundo Boneu, una manera propia de hacer arte y de ser artista.

Entre sus exposiciones destacan, Burke & Hare, Asesinos (Centro Cultural Recoleta, Bs. As., Argentina), La estética de la Omisión (Instituto de Cooperación Iberoamericana, Cba. Argentina), Intercomics (Centro de la Imagen, México DF.), Instrucciones para destruir Dinero (Galería Hilario Galguera, México DF.), Visibles e Invisibles (Galería Blanca Berlín, Madrid, España), Quimera (Galería de Babel, Sao Pablo, Brasil), Multitudes, Individuos y otras ilusiones (Galería Terreno Baldío, México DF), entre otras.

Mis últimas obras están concebidas como experimentos de percepción; aunque no en el modo que usualmente lo hace el Cinetismo o el Arte Ópico.

Mi interés se centra fundamentalmente en las llamadas «ilusiones cognitivas” es decir los múltiples procedimientos mentales a través de los cuales nuestro cerebro busca darle un significado a los hechos que nos acontecen, impulsándonos constantemente en ir en pos del orden y la razón, aun cuando no existan».

Las imágenes que construyo -que luego imprimir en sucesivas capas de hilos, yuxtapongo y finalmente desgarro para dejar entrever lo oculto- están pobladas de elementos y gestos ambiguos -o semi ocultos-, de los cuales, la mayoría de las veces, el observador no se percata a simple vista. Sólo cuando inspeccionamos detenidamente las obras, encontramos que algo no encaja: eso que creímos ver en un principio, no es exactamente lo que hay frente a nuestros ojos.

Construimos la realidad a partir de unos pocos elementos inconexos. De este modo acopiamos con nuestra mirada los datos mínimos y necesarios para contarnos una historia que, aunque muchas veces es falaz, se ajusta con precisión a nuestras expectativas y pre-juicios.  Este procedimiento no es una excepción, es la regla de nuestro comportamiento.

Ahora bien, estar prevenidos sobre este mecanismo no nos vuelve inmunes. Aunque entendamos en detalle el funcionamiento fisiológico por el cual vemos algo que no existe, e incluso hagamos un considerable esfuerzo para evitar el error, no podemos dejar de percibir una ilusión. Es un límite; punto de partida de nuestra imaginación.

¿Qué hay allí detrás, apenas visible tras la última capa de hilos?

¿Un pájaro, un globo o un muerto?

¿Qué vemos en realidad cuando miramos? Me pregunto.

Sí, las ilusiones son indiferentes al conocimiento y a nuestra voluntad. Simplemente suceden, no podemos evitarlas. Estamos atravesados por ellas; son parte constitutiva de cada uno de nosotros.

En el mejor de los casos, apenas si llegamos a reconocerlas.

Quizás por eso, lo verdaderamente nuevo, lo que aún está por descubrirse, permanece oculto, invisible ante nuestros ojos abiertos.